La aventura del ski

Noviembre del año pasado, Fiorella (mi amiga que vivió en Milán un tiempo) logro’ incluirme en un viaje de amigos suyos q estaban yendo a Saint Moritz a esquiar…yo no podía más de la emoción…bueno pues, después de mi primera experiencia eskiando lo puedo resumir de esta forma: UNA TORTURA CHINA!!! (solo la eskiada, la ciudad maravillosa). Yo no se’ si todas las pistas de ski son así, pero en e’sta, si no sabes eskiar, estás hecho, todo se hace con los putos eskis.

La tortura empezó desde la puesta de las botas de mierda del ski. Yo, siguiendo las enseñanzas de mi tía Canuta, fui con lo siguiente: 2 pares de medias largas y anchas + 2 buzos + el pantalón de ski (que dicho sea de paso era de una amiga mía que tiene el trasero dos veces mas grandes que el mío, así q ya se imaginarán que linda se me veía)…Bueno, la bota me apretaba horrible pero el amigo de Fiorella, Nico, me dijo q era normal, q tenia q apretar porque era mi soporte….En la tarde 2 lindos moretones gigantes habían florecido en mi canilla (predeciblemente en el punto contacto entre la pelota de tennis que formaba toda la ropa que teni’a puesta, con la bota).

Continuando con el relato…desde el momento en q empezamos a subir la montaña, me di cuenta de en lo que me había metido. Logramos (por suerte Fiorella también era primeriza) subir al primer funicular que te lleva a una parte de la montaña. Nico nos cargó los eskis y nos ayudó. Para el segundo funicular ya la cosa se empezó a complicar, debíamos subir ya con los skis puestos y en el momento de llegar al sitio, SALTAR DEL FUNICULAR CON LOS ESKIS PUESTOS Y CAER PARADA. Yo, Sport Billy por naturaleza, logre’ saltar, si’, pero no caer parada. Me saque’ la mierda y me lleve a Fiorella en el camino cual chuza de bowling. En este punto el humor y paciencia de Nico ya estaba empezando a cambiar (entendiblemente)…después de una hora en la pista de bebe’s, Nico se fue a las otras pistas mas avanzadas y nos dijo q cuando acabemos nos encontrábamos en ese restaurante de “allá”, que vayamos caminando. Bueno, el restaurante de “allá”, estaba en la punta de una montaña a la q so’lo se podía llegar eskiando desde una montaña ma’s alta, o caminando…Después de un intento fallido de llegar con el funicular (con ataque de pánico incluido por la altura en la que estábamos), dijimos caballero, caminemos. Cabe recalcar que por donde debíamos caminar era por donde los eskiadores bajaban, es decir, era la pista. Trate de subir este cerrito de mierda con las botitas con moretón inclui’do puestas, pero después de unos cuantos metros me di por vencida y empecé a gatear (Fiore si le agarro el truco a las botas). Así q ya se imaginaran la escena de yo gateando en el borde de la pista y todos los eskiadores hechos una huaraca pasando a mi costado seguramente mentándome la madre. Unos metros mas adelante dijimos, ni cagando, no la hacemos, así que media vuelta y de regreso…y esta vez el regreso lo hice de poto …así es…de poto bajando la montaña (los pocos metros que logramos subir). Dijimos a la mierda y nos fuimos a un bar a tomar vino caliente mientras esperábamos a los demás….por supuesto que al día siguiente ni nos pasaron la voz para ir a esquiar. Nos fuimos a conocer la ciudad y a pasear al perro de Nico. Acá les mando algunas fotos. Yo soy la de negro con el gorro de papa pitufo. Desgraciadamente no hay evidencia de lo otro pero es verdad lo juro.

Un beso y los extraño